miércoles, 7 de enero de 2009

LA FAMILIA Y EL ENTORNO ESCOLAR
Ciertamente la familia juega un papel de primera magnitud en la determinación de las características individuales del hombre; las exigencias y estímulos que se generan dentro del contexto familiar crean un clima adecuado, lleno de afecto y consideración, que influyen positivamente en la autoestima de los niños. “Dentro de este ámbito los hijos realizan un transito determinante de lo biológico a lo social, de la in diferenciación a la individualidad”1.
Si se quiere buscar, en nuestro medio social, alguna institución que tenga el mismo peso frente al desarrollo del individuo, esta es sin duda la escuela. Aquí el niño tendrá que modificar y acrecentar todo aquello que se haya incorporado en él desde su gestación y que ha sido estimulado dentro de su vivencia familiar.
A pesar de la homogeneidad entre estas dos instituciones, existe un cierto desajuste óptimo entre uno y otro contexto: las normas que rigen el constante convenio familiar, sus estímulos, sus agentes, su jerarquía interna y particular que hacen de cada persona un ser diferente, con sus propios códigos, actitudes y destrezas; las normas de la escuela, sus patrones de cambio, sus caminos predeterminados de inserción y sus posibilidades para modificar o acrecentar las características particulares.
Para que exista una correcta adaptación del niño, en su difícil ingreso a la escuela, no se hace necesario que los dos contextos sean radicalmente iguales. Esto acarrearía, antes que proporcionar elementos de equilibrio, situaciones poco promotoras de desarrollo. Se trata mas bien de tener claros los elementos que se le deben brindar al niño desde su gestación como: una adecuada estimulación temprana, unos patrones positivos que sirvan como modelos de interpretación y unos recursos favorables que le permitan acceder al conocimiento desde la manipulación y la experiencia, además de todas las características que se nombran en el primer párrafo de este artículo. Así mismo la escuela tiene como tarea proporcionar las condiciones apropiadas para que el niño se adapte y afronte su experiencia escolar con habilidades, actitudes, destrezas y conocimientos adquiridos previamente en la familia y que son, definitivamente, los que determinan sus características psicológicas individuales.

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